La localidad de Nicolás Bravo se localiza en el municipio de Othón P. Blanco del Estado de Quintana Roo, en la carretera 186 Chetumal- Villahermosa. Forma parte del ejido de Laguna Om, el cual tiene una gran extensión de 88, 000 hectáreas. Es importante destacar que, en el año 2018, las autoridades comisariales, solicitaron al gobierno una reunión para atender una demanda importante de los 486 ejidatarios de la zona, quienes pidieron la protección de 35, 000 hectáreas por su importante valor en flora y fauna. Es así como ese mismo año, lograron que dicha área sea nombrada como reserva forestal. Este acontecimiento es sumamente valorado entre los habitantes de Nicolás Bravo, porque argumentan que lograron ser escuchados para la preservación de su tierra sagrada, de su historia y del patrimonio de las nuevas generaciones.
En
el año de 1957 en Nicola Bravo existieron entre 10 y 15 casas de palitos con
techo de huano, lo demás era monte, había algunas brechas para que los
habitantes lograran transitar. Los fundadores llegaron al área de lo que hoy es
Nicolás Bravo por motivos de un pago de asunto maderero, esto durante la época
de Margarito Ramírez Molina, quien fungió como gobernador del entonces
Territorio de Quintana Roo. Tiempo después de su llegada, en lugar de recibir
dinero los ejidatarios, el gobierno decidió mejorar la infraestructura de sus
hogares, reconstruyéndolas con “madera buena” y techo de lámina.
El antes de la carretera federal rumbo a Chetumal. Fotografía del señor
Filomeno del Jesús Vargas Gómez recuperadas y entregadas por su hija Zeli.
Estos
primeros hogares, a quienes los actuales habitantes denominan como “de los
fundadores”, se localizaron a orilla de la carretera, lo que hoy en día es la
Avenida Nicolás Bravo, una de las más importante de la comunidad. Sin embargo,
durante el trabajo de campo, fue posible ver algunas de estas casas, las cuales
están muy deterioradas y abandonas, preguntando a los vecinos nos informaron
que los familiares se reubicaron en otros puntos de la localidad, por el ruido
de la carretera ante la constante fluidez y tráfico vehicular.
Fotografía de la Antropóloga Amayrani
Jesús Ramírez Muñoz (2019, Nicolás Bravo).
Para el año de 1961, durante el periodo del
Alcalde Mario E. Redondo se logró que en la comunidad varias de las brechas se
convirtieran en calles pavimentadas. Nicolás Bravo, fue bautizado con este
nombre entre los años 1967 y 1968 durante la gobernación de Javier Rojo Gómez.
Previo a estos años, no era conocido con ningún título, simplemente era una
zona donde comenzaba una nueva población.
Durante
los años de 1964 a 1967 los ejidatarios eligieron como su autoridad
representativa a Ramón Hoil García, quien les prometió traer el servicio de
agua potable, crear fuentes de empleos y construir calles, sin embargo, esto
nunca ocurrió y solicitaron su destitución.
Ocho
años después de estos acontecimientos, Román Hoil logró para la comunidad la
concertación del proyecto de un aserradero, con el cual generó empleos y lo
bautizó con su nombre. Es así como surgió la actividad económica: de la madera.
En este primer aserradero trabajaron los ejidatarios fundadores y toda aquella
persona que no le gustaba dedicarse al chicle. Sus instalaciones se ubicaron en
la colonia Cedros, hoy en día dicho espacio es únicamente de área verde y en
frente se localiza el kínder “Nicolás Bravo”.
Fotografía del señor Filomeno del Jesús
Vargas Gómez recuperadas y entregadas por su hija Zeli.
Fotografía de la antropóloga Amayrani
Jesus Ramírez Muñoz (Nicolás Bravo, 2019)
En
un principio se trabajó con la madera que se encontraba cerca de las fuentes de
agua, pero por la explotación extrema se agotó. Por ello, Román Hoil solicito
un permiso económico de madera muerta en el ejido. Sin embargo, los ejidatarios
se percataron que no cumplió con lo que solicito, porque descubrieron que se
dedicó a tumbar madera viva. Esto causo una división entre ellos, había quienes
apoyaban a Román Hoil y otros que estaban enojados por el abuso de confianza
que esta persona realizó.
Ante
esto, tomaron las medidas necesarias para hacer justicia. Solicitaron una
asamblea a Jesús Martínez Ross y le expusieron toda la situación, demandaron
hacerse respetar. Se llegó a la solución de que Román Hoil vendiera el
aserradero a los ejidatarios fundadores, quienes eran aproximadamente 40
personas. Ellos aceptaron y entregaron la cantidad de 60 mil pesos.
Posteriormente, dicho aserradero cerro y los ejidatarios decidieron venderlo,
los motivos exactos no se conocen y mucho menos la cantidad y el nombre del
comprador.
Tiempo
después, abrieron un segundo aserradero de mayores dimensiones, para ese
entonces el número de ejidatarios había incrementado a 185. Decidieron
instalarlo en la colonia 16 de septiembre y lo nombraron “Rojo Gómez”, en él se
trabajan dos turnos y estuvo en funcionamiento entre 10 y 15 años. En dicha
área aún es posible ver parte de la maquinaria abandonada y se encuentra
cercano a los campos de futbol y béisbol, en donde los habitantes asisten a
practicar deporte. De acuerdo a testimonios de varios ejidatarios, cerró por
malas administraciones, situación que causa un gran pesar porque expresaron:
“no pensaron en el futuro”, porque en el ejido hay mucha necesidad y si hubiera
seguido en funcionamiento la juventud de ahora contaría con empleos y una mejor
calidad de vida, sin necesidad de emigrar a otros sitios.
Fotografías obtenidas de facebook
Fotografía de la antropologa Veronica Llerenas Trejo (Nicolás Bravo, 2019)
La
vida de los primeros pobladores no fue nada sencilla, porque no contaban con
los servicios básicos de agua y electricidad. Para poder abastecerse del
líquido vital tenían que ir a buscarla a “los prestamos”, lugares en donde el
agua de la lluvia se almacenaba. Llenaban sus tambos, y luego los rodaban hasta
llegar a sus casas. Otros pobladores, mencionaron que entre la década de los
70´s y 80´s en la comunidad tuvieron llaves principales en las cuales se
abastecían de agua, la primera de ellas se ubicada a un costado de la actual
bodega CONASUPO, en la colonia 10 de septiembre, y la segunda en la colonia 20
de noviembre, en la esquina en donde hoy está un templo; para llenar sus tambos
pagaban 3 pesos.
Señalaron
que también hubo algunos pozos, uno de ellos se localizaba en una de las
entradas de la comunidad, atrás de donde actualmente esta la única gasolinera.
Estos fueron construidos por ejidatarios y desconocen el motivo por el que
fueron tapados, incluso uno de ellos se convirtió en fosa. Antiguamente así
obtenían el agua porque no existían las tomas en las casas y no era potable.
También, señalaron que algunas personas mejor optaban por conseguir algún carro
o una pipa vieja, para viajar hasta Chakán Bakán o a la laguna que se encuentra
cercana de Caobas. Con el tiempo llegó CAPA, metió maquinaria para abrir y
poder hacer las instalaciones, facilitando y mejorando sus vidas en este
aspecto.
Tampoco
contaban con transporte para poder viajar directamente a otros lugares
importantes, como Chetumal. Cuando requerían asistir a la capital, tenían que
transportarse en “los tableros” de So-laguna que pasaban con madera y se
bajaban en Ucum, estando aquí buscaban la forma para llegar a Chetumal. Toda la
ruta que hacían no era sencilla porque no había carretera en buenas
condiciones, absolutamente todo era terracería. También mencionaron que en sus
inicios en Nicolás Bravo no tenían servicio de atención médica y esto mismo los
obligaba a viajar a So-laguna para poder recibirla.
“Antes
era muy difícil la vida de aquí, de este pueblo”
Habitante
mujer de Nicolás Bravo, 2019
Con
el paso de los años, llegaron más habitantes a Nicolás Bravo, en consecuencia,
se incrementaron las áreas donde establecieron los nuevos hogares y cada vez
fueron obteniendo más servicios, entre ellos lograron contar con un autobús de
pasajeros que les permitía viajar de manera más cómoda a So-laguna, aunque la
carretera continúo siendo de terracería.
A
sus inicios las actividades económicas primordiales de la población era el
chicle y la agricultura, sembrando principalmente maíz. Los testimonios expresaron
que en estos tiempos la cosecha era extraordinaria, que en un mecate era
posible sacar 5 costales de 137 kilos. Había producción, no existían pérdidas
en las cosechas. Era tanto la obtención que incluso la bodega de “Compañía
Nacional de Subsistencias Populares” (CONASUPO) no fue espacio suficiente para
almacenar todo el maíz y utilizaron áreas del mercado para poder resguardarlo y
vendían la tonelada de maíz a 940 pesos. Esto ayudó a ir posicionando a nivel
social y económico a Nicolás Bravo. Estas actividades eran realizadas por los
hombres, quienes también se dedicaron a ser alijadores y cazadores de venado y
lagarto, procuraron que nunca faltará el alimento en la mesa para sus hijos.
De
acuerdo a los testimonios, dicha prosperidad comenzó a decaer con la llegada
del ciclón Carmen, la producción mermo en grandes cantidades y la cooperativa
chiclera tuvo que ser vendida, las utilidades se repartieron y con ello se
ayudaron para sobrellevar la situación.
Actualmente
el escenario en la milpa es sumamente difícil, porque lo que cosechan
únicamente les alcanza para su consumo y ya no para la venta. Consideran que la
zona está muerta, porque han sembrado hasta dos veces por temporada y no logran
obtener lo esperado. Antiguamente se guiaban con las lluvias orientales, pero
ahora no les es posible por la contaminación del clima, todo está seco y las
lluvias no llegan, ocasionando que muchos de los campesinos pierdan sus
sembradíos.
Con
relación a las actividades de las mujeres en épocas anteriores se dedicaban
exclusivamente a labores domésticas y al cuidado de los hijos. Actualmente, se
involucran en las actividades de trabajo del campo, atender sus propios
negocios de comida, venta de alimentos, ropa, etc.
Asimismo,
es importante destacar que hoy en día la escuela Primaria “Miguel Medina
Avilés” se ubica a un costado del mercado, en la colonia 16 de septiembre, pero
en décadas anteriores esta área era exclusiva para la cacería de venado.
Precisamente haciendo referencia a las escuelas, la primera que existió en
Nicolás Bravo fue de nivel primaria a orilla de la carretera principal y sus
instalaciones hoy por hoy son utilizadas por el Instituto para la Capacitación
del Trabajo (ICAT).
A
espaldas del ICAT se ubica la Casa de la Cultura, la cual no siempre existió,
durante la época de la primera primaria en esa área se encontraba un teatro de
madera, en donde realizaban actividades de entretenimiento para toda la
familia.
También
mencionaron que en otros tiempos en la comunidad únicamente una persona era quien
se encargaba de matar puercos para vender, era don Lucio y siempre se le
gastaba toda la carne. Otro cambio que percibieron fue el de la tortilla,
explicaron que antiguamente no existían las de máquina, en todos los hogares se
hacían a mano, únicamente había dos molinos para moler el maíz, el de doña Vita
y el de doña Julia.
Los
habitantes expresaron que el ejido Laguna Om y su comunidad Nicolás Bravo
siempre ha tenido altar y bajas con relación a su prosperidad. Un gran
porcentaje de ellos, desean que su localidad se convierta en municipio, porque
aseguran que los recursos del gobierno les llegarían directamente y ya no con
tanto trámite burocrático. Por otro lado, existen personas que no están
convencidas, señalando que Nicolás Bravo requiere mucha inversión industrial
para poder sostenerse por sí solo, porque un municipio debe valerse por sí
mismo, ya que actualmente carecen en empleos; consideran que el ejido esta
“refundido” y tienen esperanza de que el actual presidente ayude a tener
cambios.
Manifestaron
que no les parece justo que los tengan olvidados y hasta cierto punto
“marginados”, ya que son el pueblo de entrada al caribe y porque nunca han sido
egoístas con los mandatarios. En referencia a esto último, explicaron que las
autoridades correspondientes en diversos años solicitaron a los ejidatarios
espacios de las tierras para la creación de las escuelas, de telégrafos y de la
alcaldía; ellos aceptaron porque lo que desean es crecimiento y prosperidad en
Nicolás Bravo.
Afirman
que la localidad se ha degradado, que varias personas han tenido cargos y nunca
han cuidado el patrimonio general. Consideran que un Comisario Ejidal debe
administrar correctamente los bienes de todos los ejidatarios. Del mismo modo,
puntualizaron que ellos como dueños de tierras ejidales están en todo su
derecho de preguntarle y solicitarle explicaciones a la autoridad si se
percatan de una mala administración y esto se debe realizar en las
instalaciones de la casa ejidal, durante las asambleas para evitar malos entendidos
y que todos estén informados.
Durante
las entrevistas, señalaron que en la comunidad existe mucha envidia, cuando
perciben que a alguien le va bien, inmediatamente comienzan los comentarios mal
intencionados: ¿qué hizo y a quién robo?, aunque sea evidente su trabajo y
dedicación para salir adelante. También indicaron la necesidad de tener unión,
coordinación y de tomar buenas decisiones, para poder beneficiar a todo Nicolás
Bravo y al ejido en general. Con relación a las asambleas, consideran que no es
acertado tardar de 3 a 4 horas en resolver un solo punto, porque luego no se
llega a nada y que debe existir una mejor organización.
Asimismo,
mencionaron que las autoridades de la Alcaldía y de la Casa Ejidal deben
trabajar en equipo y no cada quien, por su lado, su deber es salvaguardar la
tierra sagrada y resolver las necesidades y al ser elegidos por el pueblo,
cuentan con el apoyo de toda la gente para mejorar la localidad.
“Ya basta, este pueblo
necesita mucha atención”
Habitante hombre de
Nicolás Bravo, 2019
“Tanto ejidal como
municipal, jalen bien y no haya discordia, que haya unidad, porque si están por
su lado esto queda vacío, quién lo ve”
Habitante hombre de
Nicolás Bravo, 2019
Definen
a Nicolás Bravo como “una belleza de pueblo”, pero que tiene grandes
necesidades e indicaron constantemente la falta de pozos de riego, lo cual
afecta en diversas áreas, siendo la de mayor impacto la ganadería. La misma
ausencia de agua, ha orillado a las personas a acarrearla en camionetas para
evitar que sus animales mueran.
“A veces vamos a pasear a los ranchos y es
una tristeza. ¿Dónde vamos a dar?”
Habitante hombre de
Nicolás Bravo, 2019
Tanto
ejidatarios como repobladores, expresan que sufren con las carencias, pero al
mismo tiempo afirman con gran orgullo que a pesar de ellas, Nicolás Bravo ha
logrado crecer con el esfuerzo de la ciudadanía.
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